El jueves 24 de febrero de 2022 quedará en los libros de historia como un hito de la infamia: como nunca antes se ha violado el nuevo orden mundial fundado en la paz, la democracia y el respeto de los derechos humanos que ni siquiera la polarización de la Guerra Fría había podido quebrar.
La Segunda Guerra Mundial, desencadenada por la invasión nazi de Polonia, fue un episodio catastrófico en la historia humana, signado por la desolación y la muerte. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con la Primera Guerra Mundial, que dejó latente la posibilidad de un futuro conflicto, 1945 abrió paso a un largo período de paz y estabilidad. El proceso de justicia retroactiva contra los principales responsables de los
crímenes de guerra y los asesinatos en masa, la creación de las Naciones Unidas y la sanción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sentaron las bases para una nueva era. Con los inevitables vaivenes, la utopía kantiana de la paz perpetua, expresión máxima de la Ilustración, se hacía realidad. La invasión de Ucrania nos sitúa ante la mayor amenaza que ha vivido el mundo desde 1945, una guerra que viola las normas fundamentales del derecho internacional. Ucrania es un Estado independiente y soberano cuyo territorio ha sido agredido por un invasor que ataca a la población civil, bombardeando hospitales, maternidades y centrales nucleares con armas prohibidas, bajo el pretexto de recomponer una dudosa “comunidad de sangre”. Han muerto niños indefensos y miles de ciudadanos que huyen por los supuestos corredores humanitarios. El riesgo es extraordinario: Rusia posee más de seis mil armas nucleares con cuyo uso amenaza a la humanidad y busca disciplinar a una democracia pluralista y propagar su modelo autocrático. Se ha convertido en un Estado fuera de la ley.
Más allá de los errores que pueda haber cometido el mundo occidental, la catástrofe humanitaria desencadenada por la invasión a Ucrania debe ser condenada del modo más enérgico. Las sanciones contra Rusia y la ayuda a Ucrania deben intensificarse y el propio pueblo ruso deberá poner, por sí mismo, límites a un gobernante que lo somete y degrada, al perpetrar crímenes de lesa humanidad en su nombre.
En este contexto, las vacilaciones y la complicidad del gobierno argentino resultan inaceptables. En diciembre de 2021, con el conflicto en ciernes, Alberto Fernández firmó un convenio para que militares argentinos se entrenen en Rusia. Ya con la tensión bélica en desarrollo, el Presidente rindió pleitesía a Vladimir Putin, ofreciéndole nuestro país como puerta de entrada a América Latina, y unos días después, el 25 de febrero, Fernández dispuso que la Argentina se abstuviera de votar la condena a la invasión en el foro de la OEA. Igual que en 1943, igual que en los casos de Nicaragua, Venezuela y Cuba, nos paramos del lado infame de la historia, convirtiéndonos en una nación imprevisible en la que nadie podría confiar. Nutrido ello por una intelectualidad orgánica, nostálgica de la violencia, que no vacila en efectuar contorsiones retóricas para justificar la ilegal invasión.
Por todo lo anterior, los abajo firmantes, instamos al inmediato retiro de las tropas rusas de Ucrania y llamamos a todo el mundo civilizado a respaldar la valiente resistencia del pueblo ucraniano. Y también instamos al gobierno argentino a repudiar públicamente esta flagrante violación del derecho internacional y a deponer su alineamiento sistemático con autocracias. En nombre de su propia historia, la Argentina debe volver a ser una abanderada de la democracia, los derechos humanos y la paz mundial.

Juan José Sebreli, Graciela Fernández Meijide, Oscar Martínez, Beatriz Sarlo, Santiago Kovadloff, Luis Alberto Romero, Marcelo Gioffré, Luis Brandoni, Marcos Aguinis, Liliana de Riz, Miguel Wiñazki, Maximiliano Gregorio-Cernadas, Daniel Sabsay, Marcelo Cavarozzi, María Sánez Quesada, Julio Montero, Marcos Novaro, Osvaldo Bazán, Maximiliano Guerra, Federico Andahazi, Fernando Iglesias, Marcelo Birmajer, Héctor
Guyot, Lana Montalbán, Alejandro Fargosi, Diana Cohen Agrest, Vicente Palermo, Darío Lopérfido, Jorge Ossona, Jorge Sigal, Alejandro Rozitchner, Federico Galiana, Sabrina Ajmechet, Fabio Quetglas, Jesús Rodríguez, Luis Quevedo, Gonzalo Garcés, Alfredo Leuco, Fanny Mandelbaum, Hernán Iglesias Illia, Gustavo Noriega, Pablo Racioppi, José Luis Merlín, Marcelo Acuña, Hugo Quiroga, Fernando Cichero, Gabriel Palumbo, Josefina Delgado, Cecilia Scalisi, Rogelio Alaniz, Enrique Aguilar, Christian Cao, Leopoldo Kulesz, Diego Recalde, Jose Emilio Burucúa, Julián Schvindlerman, Diana Wang, Agustín Campero, Henoch Aguiar, Lorena Matzen, Adolfo Stubrin, Lila Puig, Roberto Azzaretto, María Isabel Santa Cruz, Alejandro Bongiovanni, Fernando Pedrosa, Federico Saettone,
Catalina Saugy, Sebastián Linares, Lucas Luchilo, Silvia Plager, Luis Diego Fernández, Alejandro Carrió, Sandra Pitta, Gustavo Liendo, Horacio Liendo, Santiago Gallichio, Myriam Barroso, Diana Sperling.

Fuente: Solicitada recibida en nuestra redacción.
Difusión: Diario Infobae

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